Liberarse del estancamiento entre consumidores y ciudadanos. Facebook ha lanzado su sombrero al anillo criptográfico al anunciar sus planes para lanzar una moneda global, con el objetivo de convertirse en un medio global de intercambio. ¿Qué hacer de esta iniciativa? ¿Cuál es su origen y a dónde conduce? En este artículo, examinamos estas cuestiones desde la perspectiva de los consumidores y los ciudadanos y en lo que denominamos el punto muerto consumidor-ciudadano en el que están atrapados los individuos en todo el mundo.
Resulta que la iniciativa de Facebook sólo está empeorando esta situación. El internet, como dice el viejo cliché, ha hecho nuestro mundo más pequeño. Las fronteras geográficas se han vuelto menos pertinentes en los últimos decenios. No sólo el comercio, el comercio y el flujo de información están menos vinculados a la geografía, sino también lo que hacemos y lo que queremos. Nuestra vida cotidiana está unida ahora a cuestiones para las que la escala nacional es irrelevante o ineficaz. En muchos sentidos, somos ciudadanos del mundo además de ser ciudadanos de nuestros respectivos estados nacionales.
Por lo tanto, no es sorprendente que nuestros gobiernos estén luchando (y a menudo fallando) para representar nuestras preferencias en cuestiones que no son intrínsecamente nacionales, por ejemplo, la regulación de las corporaciones globales o la protección del medio ambiente. Esta es una de las caras del estancamiento; los ciudadanos ya no están representados efectivamente por sus Estados-nación.
¿A quién representan las corporaciones?
La revolución digital, junto con la globalización y la agilidad, motivación y eficiencia del sector privado, han contribuido a que las empresas desempeñen un papel cada vez mayor en nuestra vida cotidiana. Las grandes empresas aparentemente están llenando un vacío dejado por los gobiernos. Pero a diferencia de los gobiernos, las corporaciones no representan los intereses de sus consumidores. En cambio, tienen un objetivo central y legítimo: maximizar la riqueza de sus accionistas. Así que, por definición, no pueden llenar el vacío de representación. En otras palabras, los poderosos agentes económicos que tienen una presencia significativa y creciente en nuestras vidas, y que literalmente los están configurando, no tienen en su corazón los mejores intereses de los consumidores.
Esta es la esencia del estancamiento consumidor-ciudadano — estamos atrapados entre nuestro Estado-nación, que no puede representar de manera efectiva muchas de nuestras preferencias como ciudadanos, y corporaciones que son ágiles y eficaces pero que no pretenden representarnos.
Dinero global y Libra de Facebook
Los esfuerzos por crear dinero mundial demuestran este punto muerto. Hasta hace poco, las monedas nacionales atendieron la mayoría de nuestras necesidades, ya que el comercio y el comercio se producían dentro de las fronteras de nuestra nación. Es evidente que esta no es la situación actual, y se hace evidente la necesidad de una moneda mundial.
Los Estados nacionales y las instituciones internacionales no han podido o no han querido proporcionar una solución global. En este sentido, Facebook está tratando de llenar el vacío con Libra. Pero Facebook y las demás corporaciones involucradas actúan en nombre de sus accionistas, y no en interés de los titulares generales de Libra, cuyos intereses estarían débilmente representados.
En teoría, las fuerzas del mercado pueden proteger los intereses de los consumidores siempre que el mercado sea competitivo y los consumidores tengan la libertad de elegir al proveedor de servicios que mejor represente sus necesidades. En realidad, hemos visto que las fuerzas del mercado pueden conducir a resultados inaceptables. En este sentido, la decisión de Facebook de reunir una red de socios comerciales fuertes alrededor de Libra limita el potencial de emitir monedas competidoras y limitará aún más la elección de los consumidores.
Desde la perspectiva del estancamiento ciudadano-consumidor, Libra es un desarrollo para peor. El dinero, un servicio público fundamental, está pasando de manos de entidades representativas (incluso si tienen una eficacia limitada) a entidades con un enfoque limitado en la maximización de los beneficios y la riqueza de los accionistas, con exclusión de otros intereses. Además, la iniciativa de Facebook potencialmente usurpa y daña el papel esencial de los gobiernos: proteger a sus ciudadanos. Dicho con dureza, es otro clavo en el ataúd de la capacidad del individuo para influir en los que están en el poder y proteger sus intereses fundamentales.
En nuestra opinión, la solución al estancamiento entre consumidores y ciudadanos es crear organizaciones que operen globalmente y representen a sus usuarios. Esto crearía una nueva “clase”: no consumidores, ni ciudadanos, sino participantes. Los participantes definirían el futuro participando en estas organizaciones representativas no nacionales. Estas organizaciones deberían trabajar en paralelo y junto con los Estados-nación para representar a los ciudadanos, especialmente cuando los Estados-nación están luchando y fallando.
En marcado contraste, Libra creará una estructura centralizada regida por una “asociación” no elegida compuesta exclusivamente por grandes instituciones que han adquirido sus derechos de voto, mientras que los titulares de Libra no tendrán voz. Y ya es hora de que comprendamos que los Estados-nación y las corporaciones no pueden satisfacer muchas de nuestras necesidades y expectativas legítimas y que la revolución digital también requiere nuevas formas de gobernabilidad representacional.
Por Ido Sadeh, Fundador y Presidente de la Fundación Saga
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